Por qué no hay que dejarlos llorar

El cerebro y el estrés no son demasiado buenos compañeros y, si un niño se ve inmerso en un estilo de crianza, digamos, más bien intenso, más bien autoritario, carente de respeto y de puntos de diálogo o negociación, los sistemas de respuesta pueden alterarse y llegar a permanecer de ese modo durante mucho tiempo.

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