Los niños aún no saben qué está bien y qué está mal. ¿Quién debe explicárselo? Evidentemente, los padres. Pero regañar no es tan sencillo. A menudo no pillan cansados, con poca paciencia, y terminamos estallando en un torbellino de gritos y amenazas.
Se puede regañar sin gritar. Se puede regañar sin amenazar. Se puede regañar de forma positiva y constructiva.
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